martes, 22 de junio de 2010

A TRES METROS SOBRE EL CIELO

Recomiendo este libro, sobre todo a los adolescentes, y más concretamente al sector femenino, ya que es una historia de amor muy bonita la cual nos gustaría vivir a todas. Este libro demuestra como el amor no tiene ningún oponente, afronta murallas, supera límites y traspasa fronteras. Con esto nos enseña un valor muy importante, que no debemos juzgar a las personas por su apariencia sino que debemos conocerlas antes y apreciar su interior, que es lo que verdaderamente importa.

domingo, 6 de junio de 2010

El niño con el pijama de rayas





Me gustaría recomendaros este fantástico libro sobre la amistad y la tragedia.
Personalmente me ha parecido muy interesante.

jueves, 27 de mayo de 2010

Las luces de septiembre

Recomiendo este libro porque le puede gustar a cualquiera, ya que tiene un poco de todo: ficción, amor, acción…, y sobre todo nos muestra que no podemos vivir sin amor, y que aunque arriesguemos nuestra vida con ello tenemos que amar. También nos muestra como la vida real muchas veces nos parece ficción, y como esta supera a la realidad, cuando menos te lo esperes, te puede ocurrir algo que pensabas que solo sucedía en los cuentos y películas. Otras muchas veces nuestra imaginación nos juega una mala pasada y como dice Lazarus Jann, “No creas todo lo que vean tus ojos…La imagen de la realidad que nos brindan nuestro ojos es solo una ilusión, un efecto óptico”.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Resumen capítulo Vlll de Don Quijote

En el camino Don Quijote y Sancho se encontraron con unos molinos de viento, y Don Quijote creyéndose que eran gigantes se dispone a atacarlos. Sancho le dice que no son gigantes, que son molinos, pero Don Quijote no le cree y se empeña en atacarlos porque él piensa que lo son. De esta manera, Don Quijote se decide a atacarlos, y cuando va en camino hacia ellos tropieza con su lanza y cae del caballo, y así se le olvida un poco el problema de los molinos y decide seguir su camino. Por el sendero, Don Quijote recuerda que una vez leyó que un caballero arregló su lanza con el tronco de un árbol, y así lo quiso hacer él también. Al día siguiente cuando iban a Puerto Lápice en busca de más aventuras, vieron a dos monjes en el camino junto a un coche de caballos donde se encontraba una mujer. Don Quijote pensó que estos hombres la tenían secuestrada y se dispuso a atacarlos. Sancho le dijo que solo eran unos monjes, pero Don Quijote no le hizo caso y fue a atacarlos. Los dos monjes salieron corriendo al ver que los querían atacar y uno cayó al suelo, Sancho intentó ayudarlo y cuando lo estaba levantando, dos caballeros le pegaron un golpe por detrás y lo dejaron inconsciente. Don Quijote fue a hablar con la mujer, pero cuando estaba hablando, el otro caballero le atacó hiriéndole un hombro.

Fragmento literario de ''Dos velas para el diablo''


Me siento como un náufrago rescatado por un tiburón. Sabes que, mientras sigas prendido a su aleta, no te ahogarás, pero en cualquier momento puede darse la vuelta y darte una dentellada... y temes y odias al tiburón, porque dependes de él, porque no puedes abandonarlo, pero lo siento, amigo, no había cerca amables delfines para salvarte. Esto es todo lo que hay.

domingo, 16 de mayo de 2010

Capítulo XXXV

En el ultimo carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín el encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única manera de que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes, Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas.
Sancho al oír esto le dijo a Don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenia ni la mas mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era Don Quijote el que tenia tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera el los trescientos azotes y que no se lo pidiera a Sancho ya que él no tenia culpa ninguna.
En ese momento intervino el Duque el cual dijo que sino accedía a darse los azotes no le daría el gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy dura. Sancho al oír esto accedió con la condición de que el debía decidir cuando se daría los azotes y que no deberían hacerle sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de lo que él dijera.

viernes, 14 de mayo de 2010

Capítulo XXI


En este cuento se narra una de las aventuras vividas por Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza con un barbero.
Un día de lluvia iba Don Quijote montado en su flaco caballo y Sancho Panza montado en su burro por un camino, de pronto vieron venir por él a un hombre montado en un burro con algo muy brillante en la cabeza.
La disparatada imaginación de Don Quijote le hizo pensar que ese hombre iba en un gran caballo con un brillante yelmo de oro en la testa. Decía ser ese el yelmo de Don Mambrino, sobre el que un día hizo juramento.
Sancho Panza le dijo que eso no era cierto, sólo era un hombre montado en un burro con un objeto reluciente que parecía ser una bacía de azófar de barbero.
Don Quijote no le creyó y sin dudarlo fue a por el hombre con su lanza. El hombre al verlo ir corriendo detrás de él, se bajó de su burro y echó a correr.
En esta escapada se le cayó la bacía de su cabeza.
Don Quijote consiguió lo que quería, su “yelmo de oro de Don Mambrino” que decía que había estado en manos de un hombre ignorante que no sabía apreciar su valor y que le había quitado un trozo de oro puro para venderlo y con el otro hizo una pieza parecida a una bacía, pero él, que conocía su verdadero valor, lo arreglaría.
Don Quijote y Sancho Panza se fueron contentos con su triunfo pero la verdad era que lo que Don Quijote pensaba que era el yelmo de oro de Don Mambrino era una bacía de barbero que el hombre llevaba puesta para no mojarse la cabeza con la lluvia y lo que pensaba que era un gran caballo, era simplemente un burro.