jueves, 27 de mayo de 2010

Las luces de septiembre

Recomiendo este libro porque le puede gustar a cualquiera, ya que tiene un poco de todo: ficción, amor, acción…, y sobre todo nos muestra que no podemos vivir sin amor, y que aunque arriesguemos nuestra vida con ello tenemos que amar. También nos muestra como la vida real muchas veces nos parece ficción, y como esta supera a la realidad, cuando menos te lo esperes, te puede ocurrir algo que pensabas que solo sucedía en los cuentos y películas. Otras muchas veces nuestra imaginación nos juega una mala pasada y como dice Lazarus Jann, “No creas todo lo que vean tus ojos…La imagen de la realidad que nos brindan nuestro ojos es solo una ilusión, un efecto óptico”.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Resumen capítulo Vlll de Don Quijote

En el camino Don Quijote y Sancho se encontraron con unos molinos de viento, y Don Quijote creyéndose que eran gigantes se dispone a atacarlos. Sancho le dice que no son gigantes, que son molinos, pero Don Quijote no le cree y se empeña en atacarlos porque él piensa que lo son. De esta manera, Don Quijote se decide a atacarlos, y cuando va en camino hacia ellos tropieza con su lanza y cae del caballo, y así se le olvida un poco el problema de los molinos y decide seguir su camino. Por el sendero, Don Quijote recuerda que una vez leyó que un caballero arregló su lanza con el tronco de un árbol, y así lo quiso hacer él también. Al día siguiente cuando iban a Puerto Lápice en busca de más aventuras, vieron a dos monjes en el camino junto a un coche de caballos donde se encontraba una mujer. Don Quijote pensó que estos hombres la tenían secuestrada y se dispuso a atacarlos. Sancho le dijo que solo eran unos monjes, pero Don Quijote no le hizo caso y fue a atacarlos. Los dos monjes salieron corriendo al ver que los querían atacar y uno cayó al suelo, Sancho intentó ayudarlo y cuando lo estaba levantando, dos caballeros le pegaron un golpe por detrás y lo dejaron inconsciente. Don Quijote fue a hablar con la mujer, pero cuando estaba hablando, el otro caballero le atacó hiriéndole un hombro.

Fragmento literario de ''Dos velas para el diablo''


Me siento como un náufrago rescatado por un tiburón. Sabes que, mientras sigas prendido a su aleta, no te ahogarás, pero en cualquier momento puede darse la vuelta y darte una dentellada... y temes y odias al tiburón, porque dependes de él, porque no puedes abandonarlo, pero lo siento, amigo, no había cerca amables delfines para salvarte. Esto es todo lo que hay.

domingo, 16 de mayo de 2010

Capítulo XXXV

En el ultimo carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín el encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única manera de que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes, Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas.
Sancho al oír esto le dijo a Don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenia ni la mas mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era Don Quijote el que tenia tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera el los trescientos azotes y que no se lo pidiera a Sancho ya que él no tenia culpa ninguna.
En ese momento intervino el Duque el cual dijo que sino accedía a darse los azotes no le daría el gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy dura. Sancho al oír esto accedió con la condición de que el debía decidir cuando se daría los azotes y que no deberían hacerle sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de lo que él dijera.

viernes, 14 de mayo de 2010

Capítulo XXI


En este cuento se narra una de las aventuras vividas por Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza con un barbero.
Un día de lluvia iba Don Quijote montado en su flaco caballo y Sancho Panza montado en su burro por un camino, de pronto vieron venir por él a un hombre montado en un burro con algo muy brillante en la cabeza.
La disparatada imaginación de Don Quijote le hizo pensar que ese hombre iba en un gran caballo con un brillante yelmo de oro en la testa. Decía ser ese el yelmo de Don Mambrino, sobre el que un día hizo juramento.
Sancho Panza le dijo que eso no era cierto, sólo era un hombre montado en un burro con un objeto reluciente que parecía ser una bacía de azófar de barbero.
Don Quijote no le creyó y sin dudarlo fue a por el hombre con su lanza. El hombre al verlo ir corriendo detrás de él, se bajó de su burro y echó a correr.
En esta escapada se le cayó la bacía de su cabeza.
Don Quijote consiguió lo que quería, su “yelmo de oro de Don Mambrino” que decía que había estado en manos de un hombre ignorante que no sabía apreciar su valor y que le había quitado un trozo de oro puro para venderlo y con el otro hizo una pieza parecida a una bacía, pero él, que conocía su verdadero valor, lo arreglaría.
Don Quijote y Sancho Panza se fueron contentos con su triunfo pero la verdad era que lo que Don Quijote pensaba que era el yelmo de oro de Don Mambrino era una bacía de barbero que el hombre llevaba puesta para no mojarse la cabeza con la lluvia y lo que pensaba que era un gran caballo, era simplemente un burro.

jueves, 13 de mayo de 2010

Capítulo XVI

De lo que le sucedió al ingenioso hidalgo que él se imaginaba ser castillo.


Trata de que Don Quijote y Sancho Panza llegan a una venta a descansar. Allí a Don Quijote las hijas del ventero le curaron heridas, le vistieron la cama de limpio...etc.
Estando allí Don Quijote, cuando despertó se creyó que todas las hijas de las venteras eran doncellas que estaban en el castillo y estaban enamoradas de él. Entoces Don Quijote creyendo que todas las ''doncellas'' estaban enamoradas de él, cojió a una y la obligó a que se casara con él, pero lo que él no sabía es que ella estaba prometida con otro hombre. El hombre al que estaba prometido con ella, los vió a los dos juntos y empezó a pegarle a Don Quijote. Al final Don Quijote mató a ese hombre.

CAPÍTULO XXXVIII

Don Quijote de la Mancha da un discurso mientras los demás comentan sobre las armas y las letras, en el cual dice que los soldados o caballeros andantes como él, aún corriendo más peligros, pasando hambre, sed y frío, arriesgando sus vidas…, son menos premiados que los estudiantes, aunque es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados. Cuenta como ser eminente en letras cuesta mucho tiempo y males, pero que en cambio los soldados a cada paso se están arriesgando a perder su vida.

Habla del enfrentamiento entre armas y letras, pero también dice que no podrían vivir la una sin la otra. Dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos...

Para finalizar dice que en el alma le pesa el haber elegido el oficio de caballero andante en la época en la cual vivía, ya que las nuevas armas que había no podía vencerlas con su valor y su espada, estaba corriendo más peligros que los caballeros de siglos pasados. Pero aún así esto no le impediría ser recordado.

CAPÍTULO III

DONDE SE CUENTA LA GRACIOSA MANERA QUE TUVO
DON QUIJOTE EN ARMARSE CABALLERO.

Don Quijote terminó de cenar, llamó al ventero y cuando este llegó, Don Quijote se puso de rodillas diciéndole que le otorgara el don que le pedía.
El ventero se encontraba confuso, hasta que le tuvo que decir que se lo otorgaba.
Don Quijote le decía que no esperaba menos y que esta noche iba a velar las armas en su castillo, para poder mañana cumplir lo que tanto deseaba.
El ventero, como era un poco socarrón, para reírse un rato le empezó a contar cosas y le dijo que en su castillo se había derribado la capilla para velar las armas y le dijo que las podría velar en un patio.
Este le preguntó si llevaba dinero y el ventero le dijo que muchas veces se equivocaban y que siempre debería llevar.
Don Quijote se lo prometió y luego cogió todas sus armas y se fue para un corral a velarlas.
Cuando estaba el ventero allí dentro de su venta a todos sus huéspedes de la locura de Don Quijote, todos lo empezaron a mirar viendo como se movía de un lado para el otro, y no le quitaban la vista de encima.
Un arriero fue a darle de beber a sus mulos, quitó las lanzas de la pila y Don Quijote muy enfadado le dio un golpe en la cabeza, cayéndose al suelo.
Más tarde fue otro arriero e hizo lo mismo que el de antes, Don Quijote se volvió a enfadar, le dio otro porrazo y le abrió la cabeza en cuatro partes. De esta manera toda la gente que había en la venta salió corriendo al escuchar el inmenso ruido, empezaron a tirar piedras contra Don Quijote y este muy enfadado empezó a decir cosas y a defenderse.
Al final, se calmaron por las persuasiones del ventero, diciéndole este a Don Quijote que ya había velado bastante y este se lo creyó.
Luego le trajeron un libro y un muchacho venía con una vela y acompañado de dos doncellas. Don Quijote leyendo el libro le dijo que se pusiera de rodillas. Entonces este empezó a leer y a hacer como si rezara. Al mismo tiempo, Don Quijote le dijo a unas de las doncellas que le ciñese la espalda y le preguntó a la segunda cómo se llamaban y de dónde eran.
Cuando Don Quijote terminó se subió en lo alto de Rocinante, se despidió del ventero y le agradeció que le hubiese armado caballero. El ventero con ganas de verle ya fuera de la venta le contestó y no le pidió el dinero por haber estado en la posada y así lo dejó marchar.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Capítulo XXX

Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto.

En este capítulo Dorotea le cuenta una historia falsa, ayudada por el cura, sobre una princesa llamada Micomicona. Esta, hija del rey Ticranio el Sabedor y la reina Jaramilla, estaba destinada a casarse con un gigante llamado Pandafilando, según lo que predijo el rey. Esta salió de su reino en busca de Don Quijote para que la ayudara a vencer a Pandafilando y evitar su casamiento con el gigante. Don Quijote estaba dispuesto a ir a salvarla del gigante, pero se negó a tener que casarse con ella. Entonces Sancho se enfadó con el porque decía que Dulcinea no le merecía. Este le castigo pegándole varias veces. Al final decidieron dejar de pelearse y Sancho pidió perdón a Don Quijote besándole la mano. Entonces, Don Quijote, aprovechando que hablaban de Dulcinea le preguntó sobre la carta que le mandó llevar a esta. Sancho le dijo que no había llevado carta alguna, porque se le olvidó, pero recordó la carta cuando se la leyó Don Quijote y se la contó a un sacristán punto por punto para que se la dijera a Dulcinea. Don Quijote feliz, le preguntó si aún recordaba la carta, pero Sancho negó, ya que decidió olvidarla ya que no le servía para nada más.

domingo, 9 de mayo de 2010

La eutanasia


La eutanasia es todo acto u omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al enfermo y que ocasiona la muerte.
Esto quiere decir que las personas mayores que padecen esta enfermedad no pueden decidir si quieren morir o no, es decir, que una persona que es parapléjico, no se puede mover de la cama ya que su cuerpo no se lo permite, lo único que puede mover es la boca.
Esta persona para estar en una cama sin poderse mover decide que le quiten los cables y dejarla morir, pero la ley no le permite que ellos tengan derecho a decidir esto ya que esta prohibido. Ahora yo me pregunto ¿Por qué la ley no deja a una persona morir, si esas personas en vez de estar sufriendo no las dejan morir?
Yo creo que cada cual es libre de hacer lo que quiera con su vida, que la ley no tiene nada que ver ahí.

martes, 4 de mayo de 2010

Cervantes y El Quijote

En el siguiente enlace del Centro Virtual Cervantes cuentan con numerosos artículos y el texto completo de la obra. Cada uno de vosotros ha de elegir un capítulo y resumirlo para contárselo al resto de compañeros. Asimismo, habéis de acompañar vuestro texto con una música adecuada para la historia, que puede ser de creación personal o bien ya elaborada. Un saludo.