martes, 22 de junio de 2010
A TRES METROS SOBRE EL CIELO
domingo, 6 de junio de 2010
El niño con el pijama de rayas

Me gustaría recomendaros este fantástico libro sobre la amistad y la tragedia.
P

jueves, 27 de mayo de 2010
Las luces de septiembre
miércoles, 19 de mayo de 2010
Resumen capítulo Vlll de Don Quijote

Fragmento literario de ''Dos velas para el diablo''

domingo, 16 de mayo de 2010
Capítulo XXXV
En el ultimo carro apareció una extraña ninfa, con la cara desgarrada, que decía ser Merlín el encantador, el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única manera de que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes, Sancho se debía dar tres mil trescientos azotes en las posaderas.
Sancho al oír esto le dijo a Don Quijote que no pensaba dárselos ya que él no tenia ni la mas mínima intención de que Dulcinea volviese a su estado natural, además dijo que si era Don Quijote el que tenia tanta intención en volver a ver a Dulcinea bien que se diera el los trescientos azotes y que no se lo pidiera a Sancho ya que él no tenia culpa ninguna.
En ese momento intervino el Duque el cual dijo que sino accedía a darse los azotes no le daría el gobierno de la ínsula ya que demostraría ser un gobernador muy dura. Sancho al oír esto accedió con la condición de que el debía decidir cuando se daría los azotes y que no deberían hacerle sangre y además dijo que no debería haber nadie que se los contara y que se tendrían que fiar de lo que él dijera.
viernes, 14 de mayo de 2010
Capítulo XXI

En este cuento se narra una de las aventuras vividas por Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza con un barbero.
Un día de lluvia iba Don Quijote montado en su flaco caballo y Sancho Panza montado en su burro por un camino, de pronto vieron venir por él a un hombre montado en un burro con algo muy brillante en la cabeza.
La disparatada imaginación de Don Quijote le hizo pensar que ese hombre iba en un gran caballo con un brillante yelmo de oro en la testa. Decía ser ese el yelmo de Don Mambrino, sobre el que un día hizo juramento.
Sancho Panza le dijo que eso no era cierto, sólo era un hombre montado en un burro con un objeto reluciente que parecía ser una bacía de azófar de barbero.
Don Quijote no le creyó y sin dudarlo fue a por el hombre con su lanza. El hombre al verlo ir corriendo detrás de él, se bajó de su burro y echó a correr.
En esta escapada se le cayó la bacía de su cabeza.
Don Quijote consiguió lo que quería, su “yelmo de oro de Don Mambrino” que decía que había estado en manos de un hombre ignorante que no sabía apreciar su valor y que le había quitado un trozo de oro puro para venderlo y con el otro hizo una pieza parecida a una bacía, pero él, que conocía su verdadero valor, lo arreglaría.
Don Quijote y Sancho Panza se fueron contentos con su triunfo pero la verdad era que lo que Don Quijote pensaba que era el yelmo de oro de Don Mambrino era una bacía de barbero que el hombre llevaba puesta para no mojarse la cabeza con la lluvia y lo que pensaba que era un gran caballo, era simplemente un burro.