viernes, 14 de mayo de 2010

Capítulo XXI


En este cuento se narra una de las aventuras vividas por Don Quijote de La Mancha y Sancho Panza con un barbero.
Un día de lluvia iba Don Quijote montado en su flaco caballo y Sancho Panza montado en su burro por un camino, de pronto vieron venir por él a un hombre montado en un burro con algo muy brillante en la cabeza.
La disparatada imaginación de Don Quijote le hizo pensar que ese hombre iba en un gran caballo con un brillante yelmo de oro en la testa. Decía ser ese el yelmo de Don Mambrino, sobre el que un día hizo juramento.
Sancho Panza le dijo que eso no era cierto, sólo era un hombre montado en un burro con un objeto reluciente que parecía ser una bacía de azófar de barbero.
Don Quijote no le creyó y sin dudarlo fue a por el hombre con su lanza. El hombre al verlo ir corriendo detrás de él, se bajó de su burro y echó a correr.
En esta escapada se le cayó la bacía de su cabeza.
Don Quijote consiguió lo que quería, su “yelmo de oro de Don Mambrino” que decía que había estado en manos de un hombre ignorante que no sabía apreciar su valor y que le había quitado un trozo de oro puro para venderlo y con el otro hizo una pieza parecida a una bacía, pero él, que conocía su verdadero valor, lo arreglaría.
Don Quijote y Sancho Panza se fueron contentos con su triunfo pero la verdad era que lo que Don Quijote pensaba que era el yelmo de oro de Don Mambrino era una bacía de barbero que el hombre llevaba puesta para no mojarse la cabeza con la lluvia y lo que pensaba que era un gran caballo, era simplemente un burro.

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