
miércoles, 12 de mayo de 2010
Capítulo XXX
Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto.
En este capítulo Dorotea le cuenta una historia falsa, ayudada por el cura, sobre una princesa llamada Micomicona. Esta, hija del rey Ticranio el Sabedor y la reina Jaramilla, estaba destinada a casarse con un gigante llamado Pandafilando, según lo que predijo el rey. Esta salió de su reino en busca de Don Quijote para que la ayudara a vencer a Pandafilando y evitar su casamiento con el gigante. Don Quijote estaba dispuesto a ir a salvarla del gigante, pero se negó a tener que casarse con ella. Entonces Sancho se enfadó con el porque decía que Dulcinea no le merecía. Este le castigo pegándole varias veces. Al final decidieron dejar de pelearse y Sancho pidió perdón a Don Quijote besándole la mano. Entonces, Don Quijote, aprovechando que hablaban de Dulcinea le preguntó sobre la carta que le mandó llevar a esta. Sancho le dijo que no había llevado carta alguna, porque se le olvidó, pero recordó la carta cuando se la leyó Don Quijote y se la contó a un sacristán punto por punto para que se la dijera a Dulcinea. Don Quijote feliz, le preguntó si aún recordaba la carta, pero Sancho negó, ya que decidió olvidarla ya que no le servía para nada más.

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